Esta es una entrevista a Marcos Witt y su esposa Miriam Witt, en la iglesia de Lakewood (cuya comunidad hispana de la congregación era pastoreada en ese entonces por la pareja. La entrevista fue realizada por los esposos Jonás González y Juanita Cercone de González, en exclusiva, para la cadena Enlace.
De manera muy amena, jovial e interesante, los Witt relatan de primera mano cómo se conocieron, se enamoraron y se casaron. La mano de Dios estuvo sobre ellos, dirigiéndolos y haciendo encajar cada pieza en su lugar, para concretar la feliz unión de esta pareja, en su perfecta voluntad.
Entre otras cosas, Marcos Witt cuenta que un día fue invitado por el pastor de una iglesia (quien había estudiado con Marcos en la misma escuela bíblica) para enseñar a su congregación sobre la alabanza y adoración a Dios. En ese mismo servicio, la joven que cantaba y dirigía el tiempo de alabanza al Señor le llamó mucho la atención a él, por su espíritu de adoradora y por la pasión y entrega con que alababa a Dios. Incluso, mientras ella dirigía la alabanza, tiró a un lado sus zapatos, para danzar y alabar al Señor con libertad. Marcos quedó prendado de ella. Y esa joven era precisamente Miriam.
Esa noche, Dios usó a Marcos para ministrar palabra profética a varias personas de la congregación. Sin conocer a Miriam, le dio a ella una palabra de parte de Dios, en la cual le decía que ella había tenido durante mucho tiempo una canción de lamento, pero que el Señor la tornaría en canción de alegría, y que vendrían cambios a su vida. Al momento, toda la congregación reaccionó y comenzó a llorar, al ser también ministrados por aquella misma palabra. A Marcos le causó curiosidad esa reacción por parte de la gente de la iglesia, y se acercó al pastor a preguntarle quién era esa muchacha, y por qué todos reaccionaban así. El pastor le explicó que exactamente hacía un año, aquella joven de 22 años había perdido a su novio cristiano en un accidente, siendo que ya estaban comprometidos para casarse.
Marcos quedó impactado por aquella historia. A la noche siguiente, después del servicio en la iglesia, en una reunión amistosa con los pastores y algunos hermanos de la congregación, ambos jóvenes tuvieron la oportunidad de conversar largas horas, y sintieron como si se hubieran conocido de toda la vida. Desde entonces entablaron amistad a larga distancia, pues él vivía en Durango (México); y ella, en otra ciudad, en Estados Unidos (a 4,000 km. de distancia). Se comunicaban vía telefónica y por carta.
En un momento dado, y por mutuo acuerdo, pasaron dos semanas de alejamiento, sin comunicación de ningún tipo entre ellos, para dedicarse ambos a buscar la voluntad del Señor sobre sus vidas. Así, cuatro meses después de conocerla, Marcos le pidió al padre de Miriam la mano de su hija. Y cinco meses después de eso, se casaron.
Curiosamente, durante el tiempo en que Marcos y Miriam se iban conociendo, la madre de ella recordó haber escuchado dos décadas atrás acerca de la muerte, en un accidente aéreo, de un misionero en México que repartía biblias en los campos y lugares alejados en la serranía mexiana, lanzándolas desde una avioneta. Por muchos años, y sin conocerla, venía a la mente de la madre de Mariam el pensamiento de aquella viuda y sus hijos. Y siempre que así sucedía, oraba e intercedía por aquella familia. El hijo menor de aquel misionero tenía dos años cuando murió su padre en el accidente. Y ese niño era precisamente Marcos Witt.
ENTREVISTA A LOS ESPOSOS MARCOS Y MIRIAM WITT.
En un momento dado, y por mutuo acuerdo, pasaron dos semanas de alejamiento, sin comunicación de ningún tipo entre ellos, para dedicarse ambos a buscar la voluntad del Señor sobre sus vidas. Así, cuatro meses después de conocerla, Marcos le pidió al padre de Miriam la mano de su hija. Y cinco meses después de eso, se casaron.
Curiosamente, durante el tiempo en que Marcos y Miriam se iban conociendo, la madre de ella recordó haber escuchado dos décadas atrás acerca de la muerte, en un accidente aéreo, de un misionero en México que repartía biblias en los campos y lugares alejados en la serranía mexiana, lanzándolas desde una avioneta. Por muchos años, y sin conocerla, venía a la mente de la madre de Mariam el pensamiento de aquella viuda y sus hijos. Y siempre que así sucedía, oraba e intercedía por aquella familia. El hijo menor de aquel misionero tenía dos años cuando murió su padre en el accidente. Y ese niño era precisamente Marcos Witt.
ENTREVISTA A LOS ESPOSOS MARCOS Y MIRIAM WITT.
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